GALERÍA JAVIER SILVA  

 

   

   

   

ARTISTAS /Artists

Orilla

_ Manuel Velasco

Desde el 13 de junio de 2025

 

Trato de imaginar qué puede impulsar a una persona que no sabe nadar a subirse a una barcaza desvencijada, sobrecargada de cuerpos exhaustos, con la esperanza de alcanzar un lugar, con una altísima probabilidad de morir en el intento y del que no tiene más que una vaga idea. Un nombre, quizás. Una dirección mal escrita. Una promesa, o ni tan siquiera eso.

Por un lado, pienso que es el desconocimiento que tienen de lo que supone navegar en mar abierto, en la inmensidad del océano, en las condiciones en las que lo hacen.

Me imagino que pueden intuir el peligro al que se exponen igual que lo hacen las cebras y otros animales cuando atraviesan alguno de los ríos de África, impulsados por el instinto de supervivencia. Saben que los cocodrilos están al acecho, los huelen, los ven, pero hay una necesidad superior que los empuja a exponer su vida para llegar a la otra orilla y alcanzar los pastos verdes, para asegurar su futura existencia o la del grupo.

La respuesta que suele darse es simple: huyen del hambre, de la guerra, de la persecución. Y es cierto. Pero es una respuesta incompleta. Si el objetivo fuera solo escapar, bastaría con cruzar una frontera, llegar al país vecino. No haría falta embarcarse en una odisea moderna cuyo final más probable es el naufragio o el rechazo. No, no escapan solo de algo. Persiguen también algo.

Porque no se trata únicamente de huir. Se trata también de perseguir. ¿El qué? Una idea. Un lugar. Un futuro. No un futuro brillante, ni glorioso, ni heroico. Simplemente: futuro. La posibilidad de vivir sin miedo, de comer cada día, de que tus hijos no mueran antes que tú.

Lo que mueve a todas esas personas es lo mismo que, a lo largo de la historia, ha movido a los humanos a explorar territorios con la esperanza de encontrar nuevos mundos y oportunidades. Y es la persecución de ese no lugar o ningún lugar, esa isla imaginaria ideal, una nueva Utopía siglos después de la que imaginó Tomás Moro.

Llegar a la costa, a la orilla, y no perecer en el periplo. Lo que me estremece no es la desesperación de quienes parten, es su determinación. Lo que me fascina es esa fuerza silenciosa con la que desafían al mar y a la muerte. Esa fuerza que los empuja, aunque sepan que no hay garantías, ni seguridad, ni siquiera bienvenida. Ese deseo, esa fuerza, de una u otra manera, es lo que nos mueve o nos ha impulsado a todos, en algún momento de nuestra vida, a emprender el incierto viaje de la vida.

Fernando Birri decía que la utopía está en el horizonte: caminas dos pasos, se aleja dos pasos; caminas diez, y se aleja diez más. Entonces, ¿para qué sirve la utopía?, preguntaba. Y respondía: sirve para eso. Para caminar. Y eso es lo que hacen. Caminan. Navegan. Persiguen. Lo importante no es la orilla, sino el hecho de haber decidido que hay que alcanzarla, aunque esté siempre un poco más lejos. Aunque nadie te espere. Aunque sea, en definitiva, la orilla de ningún lugar.

 Pues eso, sigamos caminando. No nos enredemos en la espesura. No perdamos de vista el horizonte hasta alcanzar la orilla imposible de ningún lugar 

Manuel Velasco

Barcelona, 1 de junio de 2025

 

 

 

 

 

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